En el año 1961, cuando Cuba inició su Campaña Nacional de Alfabetización,
Leonela Relys tenía apenas 13 años. Vivía con sus abuelos, y decidió vincularse
de manera voluntaria en la campaña pues su sueño, desde muy pequeña, era ser
maestra; y aunque apenas contaba con sexto grado de alfabetización, sabía leer
y escribir correctamente. Desde este
momento, inició para ella un proceso extraordinario de educación como práctica
liberadora.
Durante la campaña de alfabetización, los voluntarios debían vivir en las
casas de los campesinos que iban a alfabetizar. Allí aprendió las labores del
campo y comprendió que el mundo era más grande de lo que ella pensaba. Esto
creó en ella la convicción de estudiar para ingresar al magisterio, y gracias a
un plan de becas de estudios para los brigadistas que Cuba ofreció tras
el éxito de la campaña, que logró reducir al 3,9% el analfabetismo en Cuba, se
hizo maestra de primaria.
Su primera experiencia en un aula de clases fue con mujeres que habían sido
empleadas domésticas antes de la revolución. Posteriormente, fue seleccionada
junto con otros 20 estudiantes militantes de la UJC (Unión de Jóvenes
Comunistas), para trabajar en la Escuela de Suelos y Fertilizantes “Sierra
Maestra”, donde conoció directamente a Fidel Castro. Luego, mientras estudiaba
en la Universidad, trabajó en la escuela formadora de maestros primarios
Makarenco, y finalmente, se graduó de la carrera profesoral de español y
literatura. Y así, tras la visita de una asesora del Ministerio de Educación,
se convirtió en metodóloga inspectora para un curso de maestros que iban a
pasar a la universidad, siendo este su primer acercamiento a la pedagogía.
En adelante, acompañó misiones
internacionalistas en Haití, Sudáfrica y otros países, y lideró programas de
alfabetización por radio. En una de estas, cuando regresaba de Sudáfrica en
2001, Fidel le encargó en un acto público la labor de diseñar una campaña de
alfabetización masiva para televisión. Volvió a Haití con esta terea
encomendada, y desde allí le envío a Fidel una primera propuesta. A su regreso,
comenzó a diseñar lo que se convirtió en el ‘Yo, sí puedo’, el programa de
alfabetización para adultos por televisión, que Cuba hizo famoso en el mundo.
Así, se creó un equipo
multidisciplinario, y nació el programa con un carácter universalista y
latinoamericanista, que luego se contextualizaría en español, inglés, francés,
y otros idiomas originarios para 30 países del mundo como Venezuela, Brasil,
Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Panamá, República
Dominicana, Guinea Bissau, Colombia, entre otros. Esto porque, aunque el
programa mantenía la misma estructura, debía acercarse a la idiosincrasia e
identidad de cada pueblo.
Leonela siguió estudiando, en el 2007
se hizo doctora en ciencias pedagógicas. Tuvo dos hijos y tres nietos; sus
últimos años los pasó entre el trabajo, el estudio y su familia. En enero 17
del 2015, Leonela falleció. Fue mujer revolucionaria, y ejemplo vivo de que la
educación es la única manera de ser libres. Por eso será difícil que muera en
el recuerdo de su pueblo.
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