Por Comunicadores
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Con las próximas elecciones del
25 de Octubre del 2015, el pueblo colombiano vive una vez más el ambiente
característico de los años electorales, el cual no necesariamente implica la
expresión de la democracia, por el contrario una serie de fenómenos opuestos a
esta, como son: la angustia de algunos por saber cuáles son los candidatos de
los caciques regionales, las mafias locales o de los jefes de las empresas o
entidades donde laboran; los afanes de otros por conseguir un contrato antes de
que entre en vigencia la ley de garantías; las diversas modalidades de
trasteos, compra y venta de votos; las carreras saltando de partido en partido
para gestionar los avales de los mismos, o en su defecto, la consecución de
firmas suficientes para poder aspirar a los cargos de elección popular. Con
estos y otros fenómenos, se dejaron en un segundo plano las construcciones
políticas colectivas y se reemplazaron por burocracias que compiten por el
dominio de la opinión pública a través de falsos dilemas y debates, donde en
nombre de la democracia no hay inconveniente en transitar de un partido a otro,
así sus planteamientos fueran sustancialmente opuestos.
En algunas regiones los problemas
se agudizan por la presencia del narcotráfico y el paramilitarismo, pero en el
país en general se han reproducido unas formas de hacer política, que no
necesariamente tienen que ver con la guerra sucia de los diferentes sectores de
la derecha, sino con la ausencia de formación política, la crisis ideológica en
que se encuentra el movimiento social y político, la corrupción de algunos
dirigentes del mismo y la ausencia de referentes políticos alternativos al
sistema capitalista.
Bogotá no ha sido la excepción;
los candidatos han proyectado el debate sobre construcciones mediáticas. Por un
lado los sectores de derecha explotan a su favor los problemas que vive la
ciudad en materia de seguridad y movilidad, esforzándose por convencer al
electorado de que también pueden hacer inversión social, pese a sus visiones
tecnocráticas. Por otro lado los sectores de centroizquierda orientan su
estrategia política, entre otros, hacia
algunos sectores sociales como
recicladores y animalistas, que de alguna forma han sido beneficiarios
de la administración de Gustavo Petro, pero como el apoyo de estos sectores no
basta para una contienda electoral, también se valen de discursos prestados para
captar votos de otros actores de la sociedad que demandan mejoras en la
seguridad, recuperación del espacio público, construcción de infraestructura,
entre otros aspectos que implican alinearse con las políticas de sus opositores
de derecha.
Los
problemas de Bogotá no se reducen a la capacidad para brindar solución a los
anteriores temas, pues no es solo una ciudad estratégica para la región o el
país. Su sociedad se encuentra subordinada a los intereses del capital
transnacional; megaproyectos como Plan Centro, Plan Aeropuerto El Dorado,
Ciudad Salud, Proyecto Ministerios, Ciudad Región para la inversión y el
turismo internacional, entre otros, han sido diseñados para los intereses de
los grandes inversionistas extranjeros y nacionales, no para los habitantes de
la ciudad. De hecho han originado su desplazamiento por vía de la expropiación
administrativa y subiendo los costos de vida en barrios populares afectados por
estos proyectos. Pero estos temas no han sido el centro de los debates electorales.
Para los sectores de derecha, la
intervención a sus anchas de los inversionistas extranjeros o la expansión de
los procesos de privatización no representa un problema, pero, por lo menos en
teoría, los partidos y candidatos de centroizquierda sí tendrían que tomar
posición y asumir compromisos frente a estos temas. Esto no sucede, en parte
porque no es objeto de controversia electoral el papel o los límites del
capital privado en la administración pública, dado el poder del sector empresarial
nacional y extranjero. Sería una temática con pocos réditos electorales y
muchos déficits si se mira desde la óptica de la política tradicional, reducida
al ámbito electoral y mediático. Por el contrario, en esa misma lógica muchos
sectores de izquierda en Colombia buscan diferenciarse y tomar distancia de
procesos políticos en nuestro continente que han impuesto límites a la
propiedad y han consolidado parcialmente la nacionalización de ciertos recursos
como es el caso de Venezuela, Bolivia y Ecuador.
Ver también:
-La esperanza electoral
-Las elecciones en Colombia ¿una apuesta real por alcanzar el poder político?
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