miércoles, 2 de marzo de 2016

“Las jornadas de este año servirán para preparar un levantamiento popular”: Feliciano Valencia

Artículo publicado en la Edición impresa 114 (Febrero - marzo 2016) de Periferia Prensa Alternativa

Por Agencia Colombia Informa, especial para Periferia

Foto; Colombia Informa

“Soy Feliciano Valencia, pertenezco al pueblo Nasa del departamento del Cauca, soy parte del Congreso de los Pueblos y miembro del Equipo de Paz de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, ACIN”. Amable, siempre bien dispuesto, Feliciano simplifica las cosas. Se presenta con sencillez, explica su situación y los motivos por los que se encuentra imputado por la justicia ordinaria: “Estamos en el Centro Indígena de Armonización Gualanday, resguardo indígena de Munchique Los Tigres, municipio de Santander de Quilichao en el departamento del Cauca. Esta es una iniciativa que los cabildos han venido estableciendo en el marco de la administración de la justicia indígena. Fui traslado aquí proveniente de la cárcel de mediana y máxima seguridad de San Isidro, por un falso delito que se me imputó; secuestro simple, que se dio en 2008 en el marco de la minga que los pueblos indígenas realizamos en el municipio de Piendamó, territorio ancestral de La María”.
Ya adentrados en la charla, reivindica la figura de estos espacios que le permiten mantener sus labores sociales y espirituales aun estando imputado por la justicia, y proyecta los beneficios de la autonomía indígena al conjunto del campo social: “Algún día deberemos crear unos espacios como estos para que los presos políticos, luchadores sociales y populares salgan de esas cárceles. Podemos hacer que nuestro proceso le sirva a ellos en su proceso de armonización; el mundo indígena tiene la posibilidad de cimentar su autonomía y lo podemos abrir al campo social y popular”.
Aún recluido en el Centro de Armonización, la situación de sus hermanos indígenas, del Congreso de los Pueblos del que es vocero y del conjunto del movimiento popular, lo interpela permanentemente. Las visitas son frecuentes, la preocupación por el futuro también. La conversación, entonces, deriva naturalmente a la coyuntura del año que recién empieza.
Distintos sectores, disconformes con la forma en que el gobierno respondió a las demandas sociales, están anunciando un gran paro nacional para este año. ¿El movimiento indígena será parte?
Hay una agenda que como movimiento indígena venimos empujando, que tiene que ver con autonomía, tierra, territorio y con unos acuerdos pactados con el gobierno. Esa es nuestra agenda, esa agenda ha logrado confluir en lo que llamamos Cumbre Agraria, Étnica, Campesina y Popular, sobre una metodología de movilización y negociación. 
Segundo, hay una agenda como Congreso de los Pueblos que nos estamos pensando además de los puntos que tiene la Cumbre, como ser la construcción de poder popular desde abajo.
Tercero, hay un movimiento afrocolombiano que se viene articulando en términos de precisar su escenario organizativo. Ese esfuerzo de lucha y movilización social ha compaginado con algo que llamamos la Mesa Social para la Paz. Ahí hay muchos procesos que están convergiendo. 
Por eso la jornada de mayo se está pensando para tres cosas: obligar a que el gobierno cumpla, encontrarnos para ir avanzando en esta noción de articulación y visibilizar estas luchas que venimos librando en el país. Eso tiene que arrojar, dependiendo donde nos encontremos y donde se movilice, el plan de acción para 5 o 10 años de lucha organizada. Lo pensamos así porque no podemos seguir dando tumbos en términos de que hacemos una movilización, el gobierno nos llama a negociar, paramos la movilización, nos dejamos engatusar por el gobierno pero pasados los años no pasa nada. Yo creo que ya vamos apretando más la tuerca en términos de precisar hacia dónde camina la movilización. 
Los más radicales hemos dicho que las jornadas de este año servirán para preparar un levantamiento, indígena, social y popular, al menos en el 2017 o 2018. Esto no cambia nada sin un levantamiento del pueblo colombiano, y lo tenemos que ir preparando, así que vamos a ir calibrando hacia ese horizonte.
 ¿Cómo ve esta situación del gobierno de tener diálogos de paz con las insurgencias y al mismo tiempo generar mayores niveles de sometimiento al movimiento social?
El Estado colombiano tiene que despejar si la movilización social realmente es un derecho, al cual podemos acceder todos los colombianos y colombianas cuando se nos desconocen y vulneran nuestros demás derechos, o igual que a los indios también lo que hace es una emulación de reconocimiento social. Porque lo que vemos prácticamente es eso, por un lado la Constitución nos da, pero por el otro el gobierno nos restringe lo que está hecho en materia jurídica y constitucional. Ahí tenemos que sentarnos a analizar por qué el régimen y los gobiernos siempre han jugado a eso. 
Si vamos a los casos de los diferentes presos políticos que hay en el país, vamos a encontrar gente que se levantó, se movilizó, exigió cumplimiento de los compromisos del gobierno, y ahora están perseguidos, judicializados, condenados y encarcelados. Es un tema, una coyuntura que al movimiento social tiene que preocuparle y debe poner en la agenda. A mí me preocupa que nos hemos afanado en movilizarnos, en negociar con el gobierno, pero no hemos creado contingencias o estrategias para confrontar la persecución social y étnica que los gobiernos nos hacen.
A los indios nos pasó en 1991 lo que hoy está pasando en La Habana, donde prometen reconocimiento e inclusión, posibilidades de hacer política y legalidad. Pero pasados 24 años de esa Constitución lo que vemos es una total contradicción. Cuando intentamos hacer lo que está en la ley, el gobierno nos dice que no. Entonces lo que se pacte en La Habana con las FARC, cuando se empiece a hacer en el territorio colombiano, ¿no va a ser problemático?
Volviendo a su caso concreto ¿Cuál fue el motivo real de su detención, cómo va el proceso, cuáles son las perspectivas?
Lo más contradictorio es lo siguiente: a mí el juez de primera instancia me absuelve porque el alegato de la Fiscalía era que yo era el autor del secuestro del soldado Chaparral Santiago; como se demostró que no era así, el tribunal me condenó por ser coautor del secuestro. Como quien dice: ´listo, Feliciano no es el autor entonces lo condenamos por coautor´. Cómo me van a imputar una coautoría cuando el juez me está diciendo que yo no soy autor en ningún momento y que no hubo delito; se demostró hasta la saciedad que no.
Pero estaban pasando varias cosas: por un lado estaba enardecida la Liberación de la Madre Tierra; por otro lado se venía la coyuntura electoral y nosotros estábamos cabalgando fuertemente en una convergencia en el departamento del Cauca; y por otro lado se venía la implementación de los acuerdos autonómicos, tema muy cuestionado por la senadora Paloma Valencia de Popayán, por el Centro Democrático del Cauca y por los ricos del departamento. Algo tenía que pasar, lo que está claro es que ésta es una condena no jurídica sino eminentemente política. A mí me condenan por asuntos políticos.
Espero que en mayo me vaya bien y podamos anular esta condena, esta sentencia, a través del proceso de casación que ya interpusimos. Pero, a manera de conclusión, queda claro que todo aquel que se atreva a confrontar al régimen, lo matan, termina exiliado, termina en una cárcel o es expulsado prácticamente de nuestra nación. Esa es la realidad a la cual tenemos que enfrentarnos todos aquellos que nos atrevemos hacer un planteamiento diferente.

“Somos dignidad” “Nos echamos sobre los hombros esta campaña de dignidad de los presos y perseguidos políticos que se ha arrancado en el país, la articulamos a nuestras agendas”, afirma Feliciano, cuando menciona la cantidad de sindicalistas y referentes sociales apresados que conoció en la cárcel de San Isidro. Se refiere a la campaña de solidaridad y denuncia contra la persecución al movimiento social, “Somos Dignidad”, que toma el caso de Feliciano, junto al del profesor Miguel Ángel Beltrán y los 13 jóvenes del Congreso de los Pueblos judicializados en Bogotá, como principales emblemas de una multiplicidad de casos que preocupan al movimiento social.

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