sábado, 14 de noviembre de 2015

Elecciones presidenciales Argentina: ¿El mal menor?

Disyuntivas de la izquierda argentina sobre las elecciones presidenciales

Por Alex Trujillo Giraldo[1]
trujillismo@hotmail.com


Para el activista desprevenido hablar de la dicotomía izquierda-derecha es una categorización universalmente válida para todos los contextos políticos. Sin embargo, dicha división parece quedarse corta como categoría analítica a la hora de acercarse a la historia política contemporánea en Argentina. Dado que en este país, la tercera posición entre socialismo y capitalismo, que supuso el primer gobierno de Juan Domingo Perón tuvo mayores aciertos y se impregnó culturalmente más que en otros países del continente como Brasil con el Estado Novo, Perú con el gobierno de Velásquez Alvarado o México con Lázaro Cárdenas. Ninguno de los movimientos sociales que reivindicaron estos procesos ha tenido las dimensiones del peronismo en Argentina. Vale recordar para el análisis, que la tercera vía surge como espectro entre los dos sistemas es un lugar tan amplio, que es usado inclusive por los movimientos de extrema derecha para oponerse al liberalismo y el comunismo, aunque en términos económicos la extrema derecha no se enfrenta al capitalismo. Otros analistas pondrían al peronismo contemporáneo más cercano a la visión de Anthony Giddens, es decir, como una superación ya no entre el liberalismo y el comunismo, sino entre la socialdemocracia antigua y el neoliberalismo.[2]

Desde el advenimiento de la democracia el peronismo se convirtió en la identidad política mayoritaria, y solo ha perdido las elecciones cuando se presenta fragmentado. Casi que es necesario mostrarse heredero de este legado para acceder al gobierno, como recientemente lo hiciera, al inaugurar un monumento de Perón, el jefe de gobierno y candidato presidencial, Mauricio Macri de la alianza de derechas “Cambiemos”, aunque sea diametralmente opuesto al peronismo progresista, que representa el “Frente para la Victoria” (FpV), cuyo candidato es el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli.

El instrumento político por excelencia del peronismo ha sido el Partido Justicialista, el cual tiene como base social el movimiento sindical más tradicional, la Central General de Trabajadores (CGT). Pero el panorama político actual ha renovado—sino superado—la simple identidad peronista. Dado que la democracia argentina tuvo tras los hechos del 2001 en el denominado “Corralito”, todas las certezas en la misma se deslocalizaron bajo la consigna “Que se vayan todos”, también los peronistas, los que trajeron a Menem en los 90’s y aplicaron a raja tabla las recetas del Consenso de Washington. Tanto como quienes apoyaron a Menem como quieres lo resistieron, en su mayoría eran peronistas. Hoy la sombra de Menem y el neoliberalismo son parte de la campaña electoral. Ambos candidatos, Scioli y Macri fueron menemistas, y para la izquierda, esto es algo muy difícil de olvidar.

Sin embargo, tras la “década ganada” del kirchnerismo que inició Néstor Kirchner—fallecido en el 2010—y  ha continuado los dos períodos de su esposa, Cristina Fernández de Kirchner. La izquierda en todo su espectro siente la interpelación de los avances que supuso este gobierno del peronismo más progresista. No solo por su apoyo a los procesos de integración regional como UNASUR, MERCOSUR y CELAC, sino porque el rol de Néstor fue protagónico para enterrar al ALCA en la Cumbre de las Américas en el 2005. Además de los procesos de memoria, y la abolición de las leyes de “punto final y obediencia debida” que permitieron la condena de los altos mandos militares de la dictadura. La estatización de la petrolera YPF, de Aerolíneas Argentinas, los ferrocarriles y los fondos de pensión. Las negociaciones salariales (paritarias) por rubro. La reactivación de la industria a partir de subsidios y control a las importaciones, lo que generó millones de puestos de trabajo. La entrega de más de cinco millones de computadoras a estudiantes de secundario (conectar igualdad). La Asignación Universal por Hijo (una versión mejorada de Familias en Acción). La concepción de la migración como un derecho humano y la regularización de más de medio millón de migrantes (en su mayoría de países limítrofes) La apertura de universidades públicas en los barrios populares del Conurbano Bonaerense, entre otras muchísimas medidas como el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género y la de fertilización asistida. En definitiva, un legado que ha beneficiado fundamentalmente a los sectores populares.

Aunque el modelo económico no modificó sustancialmente las relaciones hegemónicas, si ha permitido el avance de los sectores organizados y ha generado un umbral de la discusión política que hoy no se puede pasar por alto. En la primera vuelta del pasado 25 de octubre, el candidato oficialista Daniel Scioli ganó al neo-conservador Mauricio Macri, pero solo por casi el 3% de los votos. La derechización del electorado preocupó a todos los partidos progresistas, y ha polarizado la campaña en relación con lo que implicaría la llegada de un gobierno antipopular después de las elecciones del próximo 22 de noviembre. Esto llevó a sectores de izquierda, críticos al gobierno kirchnerista, a llamar al voto por Daniel Scioli. Los argumentos es que aunque el status quo siga siendo desfavorable a los sectores populares—en el sentido de la imposibilidad del cambio estructural—el eventual gobierno de “Cambiemos” sería nefasto para el bienestar social, para la reindustrialización del país y para la integración regional, teniendo en cuenta el panorama en Venezuela y Brasil, quienes han sido los principales socios política y económicamente del kirchnerismo.

La izquierda más cercana justamente del proceso bolivariano encabezada por intelectuales del comunismo como Atilio Borón[3] y la agrupación Patria Grande de Itai Hagman, son los que más visiblemente han intensificado la campaña electoral a favor del candidato del Frente para la Victoria. Los sectores más cercanos al troskismo y al Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), en cabeza de su candidato presidencial Nicolás del Caño, quienes sacaron solo el 3.2%, han llamado al voto en blanco argumentando que ambos candidatos representan el ajuste y la represión a la movilización social. La diferencia de tres puntos de la primera vuelta hacen incierto el triunfo de alguno de los dos candidatos y todos los votos cuentan. La lógica del mal menor, no desconoce el legado kirchnerista que benefició a amplios sectores populares, solo que reconocen que el candidato Daniel Scioli hace parte del peronismo más conservador y que aunque ha tomado como suyas las banderas que defendieron Néstor y Cristina, no es la persona que mejor las representa. El progresismo y la izquierda que más piensa en el momento de reflujo de la izquierda en la región, saben que no es un voto solo por su país, es por UNASUR, CELAC y MERCOSUR. La amenaza del regreso a los años oscuros que supusieron los 90’s han puesto en un segundo plano las diferencias ideológicas. Parodiando a Borges: Nos termina de unir más que el amor, el espanto.





[1] Doctorando en comunicación social UNLP-Arg. Secretario de Juventud del Frente Patria Migrante
[2] Anthony Giddens (1999). La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia. Taurus, Madrid.
[3] http://www.atilioboron.com.ar/2015/10/argentina-un-balotaje-crucial-para.html

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