Disyuntivas
de la izquierda argentina sobre las elecciones presidenciales
Por Alex
Trujillo Giraldo[1]
trujillismo@hotmail.com
Para el activista desprevenido hablar de la dicotomía
izquierda-derecha es una categorización universalmente válida para todos los
contextos políticos. Sin embargo, dicha división parece quedarse corta como
categoría analítica a la hora de acercarse a la historia política contemporánea
en Argentina. Dado que en este país, la tercera posición entre socialismo y
capitalismo, que supuso el primer gobierno de Juan Domingo Perón tuvo mayores
aciertos y se impregnó culturalmente más que en otros países del continente
como Brasil con el Estado Novo, Perú con el gobierno de Velásquez Alvarado
o México con Lázaro Cárdenas. Ninguno de los movimientos sociales que
reivindicaron estos procesos ha tenido las dimensiones del peronismo en
Argentina. Vale recordar para el análisis, que la tercera vía surge como
espectro entre los dos sistemas es un lugar tan amplio, que es usado inclusive
por los movimientos de extrema derecha para oponerse al liberalismo y el
comunismo, aunque en términos económicos la extrema derecha no se enfrenta al
capitalismo. Otros analistas pondrían al peronismo contemporáneo más cercano a
la visión de Anthony Giddens, es decir, como una superación ya no entre el
liberalismo y el comunismo, sino entre la socialdemocracia antigua y el
neoliberalismo.[2]
Desde el advenimiento de la democracia el peronismo se
convirtió en la identidad política mayoritaria, y solo ha perdido las
elecciones cuando se presenta fragmentado. Casi que es necesario mostrarse
heredero de este legado para acceder al gobierno, como recientemente lo hiciera,
al inaugurar un monumento de Perón, el jefe de gobierno y candidato
presidencial, Mauricio Macri de la alianza de derechas “Cambiemos”, aunque sea
diametralmente opuesto al peronismo progresista, que representa el “Frente para
la Victoria” (FpV), cuyo candidato es el gobernador de la provincia de Buenos Aires,
Daniel Scioli.
El instrumento político por excelencia del peronismo ha
sido el Partido Justicialista, el cual tiene como base social el movimiento
sindical más tradicional, la Central General de Trabajadores (CGT). Pero el
panorama político actual ha renovado—sino superado—la simple identidad
peronista. Dado que la democracia argentina tuvo tras los hechos del 2001 en el
denominado “Corralito”, todas las certezas en la misma se deslocalizaron bajo
la consigna “Que se vayan todos”, también los peronistas, los que trajeron a
Menem en los 90’s y aplicaron a raja tabla las recetas del Consenso de
Washington. Tanto como quienes apoyaron a Menem como quieres lo resistieron, en
su mayoría eran peronistas. Hoy la sombra de Menem y el neoliberalismo son
parte de la campaña electoral. Ambos candidatos, Scioli y Macri fueron
menemistas, y para la izquierda, esto es algo muy difícil de olvidar.
Sin embargo, tras la “década ganada” del kirchnerismo que
inició Néstor Kirchner—fallecido en el 2010—y
ha continuado los dos períodos de su esposa, Cristina Fernández de
Kirchner. La izquierda en todo su espectro siente la interpelación de los
avances que supuso este gobierno del peronismo más progresista. No solo por su
apoyo a los procesos de integración regional como UNASUR, MERCOSUR y CELAC,
sino porque el rol de Néstor fue protagónico para enterrar al ALCA en la Cumbre
de las Américas en el 2005. Además de los procesos de memoria, y la abolición
de las leyes de “punto final y obediencia debida” que permitieron la condena de
los altos mandos militares de la dictadura. La estatización de la petrolera
YPF, de Aerolíneas Argentinas, los ferrocarriles y los fondos de pensión. Las
negociaciones salariales (paritarias) por rubro. La reactivación de la
industria a partir de subsidios y control a las importaciones, lo que generó
millones de puestos de trabajo. La entrega de más de cinco millones de
computadoras a estudiantes de secundario (conectar igualdad). La Asignación
Universal por Hijo (una versión mejorada de Familias en Acción). La concepción
de la migración como un derecho humano y la regularización de más de medio
millón de migrantes (en su mayoría de países limítrofes) La apertura de
universidades públicas en los barrios populares del Conurbano Bonaerense, entre
otras muchísimas medidas como el matrimonio igualitario, la ley de identidad de
género y la de fertilización asistida. En definitiva, un legado que ha
beneficiado fundamentalmente a los sectores populares.
Aunque el modelo económico no modificó sustancialmente
las relaciones hegemónicas, si ha permitido el avance de los sectores
organizados y ha generado un umbral de la discusión política que hoy no se
puede pasar por alto. En la primera vuelta del pasado 25 de octubre, el
candidato oficialista Daniel Scioli ganó al neo-conservador Mauricio Macri,
pero solo por casi el 3% de los votos. La derechización del electorado preocupó
a todos los partidos progresistas, y ha polarizado la campaña en relación con
lo que implicaría la llegada de un gobierno antipopular después de las
elecciones del próximo 22 de noviembre. Esto llevó a sectores de izquierda,
críticos al gobierno kirchnerista, a llamar al voto por Daniel Scioli. Los
argumentos es que aunque el status quo
siga siendo desfavorable a los sectores populares—en el sentido de la imposibilidad
del cambio estructural—el eventual gobierno de “Cambiemos” sería nefasto para
el bienestar social, para la reindustrialización del país y para la integración
regional, teniendo en cuenta el panorama en Venezuela y Brasil, quienes han
sido los principales socios política y económicamente del kirchnerismo.
La izquierda más cercana justamente del proceso
bolivariano encabezada por intelectuales del comunismo como Atilio Borón[3] y la agrupación Patria Grande
de Itai Hagman, son los que más visiblemente han intensificado la campaña
electoral a favor del candidato del Frente para la Victoria. Los sectores más
cercanos al troskismo y al Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), en
cabeza de su candidato presidencial Nicolás del Caño, quienes sacaron solo el
3.2%, han llamado al voto en blanco argumentando que ambos candidatos
representan el ajuste y la represión a la movilización social. La diferencia de
tres puntos de la primera vuelta hacen incierto el triunfo de alguno de los dos
candidatos y todos los votos cuentan. La lógica del mal menor, no desconoce el
legado kirchnerista que benefició a amplios sectores populares, solo que
reconocen que el candidato Daniel Scioli hace parte del peronismo más
conservador y que aunque ha tomado como suyas las banderas que defendieron
Néstor y Cristina, no es la persona que mejor las representa. El progresismo y
la izquierda que más piensa en el momento de reflujo de la izquierda en la
región, saben que no es un voto solo por su país, es por UNASUR, CELAC y
MERCOSUR. La amenaza del regreso a los años oscuros que supusieron los 90’s han
puesto en un segundo plano las diferencias ideológicas. Parodiando a Borges:
Nos termina de unir más que el amor, el espanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario