martes, 22 de septiembre de 2015

La clínica Minerva: otra prueba de la crisis de la salud

Por: Wilmar Castillo

La clínica Minerva está ubicada en pleno centro de la ciudad de Ibagué, entre las avenidas primera y segunda, en la carrera once, a una cuadra de la gobernación del Tolima. Esta clínica al igual que el Hospital Federico Lleras, entró en crisis financiera, pero con la diferencia que la clínica fue cerrada hace dos meses. Según las directivas del centro médico, las entidades de salud tales como Caprecom, Cafesalud, Saludcoop, la Policía y el  Ejercito, no pagaban a la clínica los servicios prestados y por este motivo fue decayendo, por falta de recursos, expone Miguel Toro, quien lleva 21 años de camillero en la Minerva.

Tomada de: sineditar.com/ En la foto: Miguel Angel Toro
Frente a una cafetería, algunas trabajadoras administrativas y de salud de la Minerva, se reúnen con Miguel para llenar planillas de asistencia y para conversar sobre la crisis de la clínica, sobre todo desde que la administración tomó la decisión de no dejar entrar al personal que poco a poco va llegando con sus uniformes azules y blancos. A los 235 empleados, entre los que se incluyen enfermeras, personal administrativo, médicos y demás trabajadores, se les adeudan cuatro meses de salario, aproximadamente 1.600 millones de pesos, más la seguridad social.

En medio de la disputa jurídica y política, el gerente Mauro Varela impuso el cierre de la clínica sin tener en cuenta a los socios y mucho menos a los empleados. Además, argumenta el gerente que los pocos recursos que llegan están embargados por acreedores. La deuda que tienen las entidades de salud con la Minerva, llega a los $20.000 millones de pesos según cifras publicadas por el diario El Espectador, el 3 de julio de 2015, tomadas de la Secretaría de salud departamental.

Luego de 66 años de servicio, el cierre de la Minerva, generó la necesidad organizativa de sus trabajadores; los empleados se afiliaron a ANTHOC (Asociación Nacional de Trabajadores Hospitalarios y de Clínica), y se constituyeron como seccional Clínica Minerva, contando de esta manera con presidente, tesorero, fiscal, dos conciliadores y comité de educación. Exigiendo a partir de esta figura organizativa, “que se les pague los cuatro meses de deuda, porque en la casa los ratones pelean por cualquier pedazo de pan que encuentren, que nos tengan al día la seguridad social, y si no nos quieren emplear, que nos pasen la carta de despido”, afirma Miguel Toro. Hasta el momento no los han llamado para conciliar ni siquiera el pago de dos meses. La semana pasada hubo una reunión con el gerente, pero este asumió la postura de no escuchar a los empleados.

Pero detrás del cierre de la clínica, se presentan los dramas humanos. Olga Lucia Villareal, es una empleada que lleva trabajando en la clínica siete años, tres de cooperativa y cuatro de planta. Hace un año, la Minerva empezó a atrasarse en los sueldos, cancelaban uno y debían dos, a raíz de eso, Olga Lucia se vio obligada a pedir plata prestada al 20%. Las deudas y los intereses aumentaron tanto, que tuvo que vender la casa para poder cubrir las deudas personales. A la fecha, la clínica le debe cuatro meses de sueldo, tres meses de seguridad social, las cesantías, las vacaciones. Ahora Olga no tiene casa y tampoco esperanzas de que le paguen porque la respuesta del gerente es la misma: plata no hay.

Así como Olga Lucia, comenta Miguel, los demás empleados están pasando por la misma situación, lo más grave es que “hay niños de por medio, cuyos padres y madres están atrasados en pensiones, no hay recursos para mandar a estudiar a los hijos, ni seguridad social para aquellos empleados que tienen bebes”.

Los pacientes no se salvan de la crisis del sistema de salud en todo el departamento del Tolima, siempre llevan las de perder, por ejemplo a la hora de la toma de decisiones sobre sus diagnósticos e intervenciones médicas.  Explica Héctor que “hace 20 años un gerente del hospital podía decidir sobre la atención de cualquier paciente por grave que fuera, y lo resolvía, pero hoy en día, ni el director del hospital, ni las EPS´s, mucho menos el alcalde o el gobernador, ni tampoco el ministro ni el presidente, pueden decidir en algún caso de salud, quien decide sobre una intervención quirúrgica o la atención de un paciente es el juez, por medio de la acción de tutela”.

Esto sucede, según el presidente de ANTHOC, porque “al convertirse la salud en una mercancía, las EPS´s pagan la mitad de lo facturado por los hospitales, se les cobra mil millones de pesos, y ellas pagan solo 500 millones de pesos, por esta razón se ve que muchas EPS´s tienen cantidad de bienes raíces pero la prestación del servicio es totalmente deficiente; la falta de recursos, de financiación y de malos manejos, permitidos por el modelo actual de salud, van marchitando a las clínicas y los hospitales hasta llevarlos a la quiebra”.

Esta es una crisis nacional que no se resolverá, manifiesta Héctor Gaviria, sino con “la unidad de los actores sociales, que involucra desde el ciudadano común, los miembros de la academia, los partidos políticos, la comunidad médica, los padres de familia y hasta las Juntas de Acción comunal, para presionar las soluciones reales que mejoren la salud de todos. Hay que defender los derechos nuestros, para que mejoren las condiciones del ser humano”.

Por estas razones, dentro de la crisis, los empleados de la Minerva seguirán movilizándose para no aflojar en sus exigencias, y más cuando tienen una reunión con el Ministerio de salud en el transcurso de esta semana, la que será según el sindicato precedida de marchas y mítines como forma de hacerse escuchar frente a la comunidad. Así mismo, Toro llama a la comunidad a participar de las movilizaciones y exigencias de los empleados de la Minerva, porque la clínica abierta beneficia a muchas personas de Ibagué, asegura el camillero. 

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