Artículo publicado en la Edición impresa 114 (Febrero - marzo 2016) de Periferia Prensa Alternativa
Por Equipo Periferia Medellín
En
los últimos meses se han hecho importantes anuncios por parte del
gobierno nacional y las FARC- EP, encaminados a la consolidación de un cese
bilateral como parte de los acuerdos de La Habana. Pese a esto, continúa la zozobra por la violencia
paramilitar e intimidaciones a quienes hacen parte del movimiento social en
Antioquia.
Desde el pasado 20 de julio de 2015 la
intensidad del conflicto armado en el país se ha visto reducida
históricamente debido al cese unilateral decretado por las FARC-EP. Según
el informe del pasado 20 de enero del CERAC -Centro de recursos para el
análisis de conflictos-, este semestre ha sido el de menor intensidad del
conflicto armado en sus 51 años de historia, en número de víctimas,
combatientes muertos y heridos y acciones bélicas, en este sentido, a la fecha
del informe, en casi dos meses no se registró ninguna acción ofensiva violenta
de esta guerrilla, ni combates entre las partes. De igual manera el
gobierno ha implementado medidas en la mesa de conversaciones como la
liberación de un grupo de presos políticos de esta guerrilla, que sumado al
anuncio conjunto del acuerdo en un mecanismo tripartito de
verificación al cese bilateral, apoyado por la ONU y la CELAC, crean un clima
de confianza para la culminación de esta etapa final de la mesa de La Habana,
sin embargo, en medio de estos avances en materia de paz existe otra
violencia que se viene incrementando en las regiones de manera silenciosa: la
paramilitar.
Presencia paramilitar en San José de
Apartadó:
Aunque la Asociación de Campesinos de San José de
Apartadó, ACASA, denunció desde hace algunos años la presencia de las
Autodefensas Gaitanistas de Colombia en la región del Urabá, las autoridades
civiles habían negado su presencia para tratar de reducir las alertas. Según
los campesinos parece existir una complicidad, que se evidencia en casos como
el desplazamiento de grupos
paramilitares seguidos del ejército, por veredas como Playa Larga, donde está ubicada una de las
fincas más grandes de Alias Otoniel. Fruto de las denuncias realizadas por las
comunidades se dio inicio en el 2015 a la operación Agamenón, ejecutada por un
comando élite especializado de Bogotá. Lo particular, según ACASA, es que para
esta operación no fue avisada la fuerza pública de la región, por sospechas de
connivencia con esta estructura paramilitar.
Durante el último semestre la situación
de zozobra ha aumentado para los pobladores de esta región. Los allanamientos
de viviendas sin orden judicial de la autoridad competente, amenazas de
tomar represalias por parte de miembros de la brigada XVII, desplazamientos a
causa de la presencia paramilitar en veredas como Rodoxalí y El Porvenir e
intimidaciones, son algunas de las
dificultades que afrontan las organizaciones sociales y población del
corregimiento de San José de Apartadó, Antioquia. Por ejemplo, líderes sociales
y estudiantiles que han pedido la reubicación de la base militar, próxima al
Colegio El Mariano, a una distancia que no ponga en peligro la vida e
integridad física de los menores que estudian allí, son señalados por las
Fuerzas Militares quienes argumentan que hay un complot con la guerrilla
para hacerlos salir del corregimiento.
El más reciente capítulo de este
escenario problemático es la retención de dos líderes comunitarios, Jesús
Arley Cartagena y Laura Cataño, quienes habían recibido amenazas de muerte en
el mes de julio del 2015. Esta retención se llevó a cabo el 22 de diciembre del
año 2015, mientras realizaban sus labores sociales y comunitarias cotidianas en
su territorio y en la Junta de Acción Comunal. De igual manera el 22 de enero de
2016 fueron capturados el presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda
Arenas Altas, Juan Bautista Celada, Silvia Rosa Sepúlveda y Oscar Muñoz.
El panorama para San José de Apartadó
está muy lejos de las intenciones de paz que se vienen construyendo en la
Habana, pues mientras los paramilitares intimidan y caminan tranquilos por las
diferentes veredas de esta región, quienes están organizados en acciones
comunales, u organizaciones sociales vienen sufriendo amenazas de los mismos
paramilitares y señalamientos por parte de la fuerza pública, que anunció desde
ya la judicialización en los próximos días de alrededor de 50 personas.
Desplazados por terror paramilitar en
El Bagre:
El conflicto armado ha sido una
realidad latente en el municipio de El Bagre, ubicado en la subregión del Bajo
Cauca antioqueño. El pasado 7 de agosto de 2015 la comunidad logró que todos
los actores armados que tienen presencia en la zona, firmaran un acuerdo de paz
y convivencia. Sin embargo, este solo duró dos meses. En noviembre, la zozobra
empezó a crecer y los rumores de que los paramilitares se iban a meter a las
veredas, se hicieron ciertos. Según relata la comunidad del corregimiento de
Puerto Claver, en diciembre cuatro paramilitares murieron en enfrentamiento con
la guerrilla. La semana siguiente, dos personas civiles, acusadas de ser
ayudantes de grupos guerrilleros, fueron asesinadas, hecho que desató los
combates entre los dos actores armados.
El 8 de enero tres campesinos fueron
sacados y desaparecidos de la vereda La Llana. 10 días después el
ejército notificó encontrar dos cuerpos enterrados y uno expuesto, pero
decapitado; la comunidad espera que no se trate de sus vecinos. Sin embargo, por
esto y debido a múltiples amenazas, más de 600 familias de veredas como La
Llana, El Oso, La Primavera, entre otras, decidieron desplazarse hasta la
cabecera del corregimiento de Puerto Claver, para albergarse en la casa del
adulto mayor.
La comunidad ha denunciado que actores
vestidos de civil con armas largas han entrado al corregimiento, sin importar
que el ejército se ubique a cinco minutos este. La respuesta de la
institucionalidad ante los hechos, es que se trata de enfrentamientos comunes
entre bandas criminales por retaliaciones, pero organizaciones sociales del
territorio como AHERAMIGUA, reclaman que esto es una condición sistemática a la
que no se le ha dado tratamiento.
Aunque la secretaría de gobierno del
municipio de El Bagre ofreció brindar ayudas para que las comunidades pudieran
retornar a su territorio, estas exigieron que se brindaran garantías y
respuestas reales: que se hiciera el trabajo pertinente para dar con la
ubicación de los vecinos desaparecidos en días anteriores, y que la fuerza
pública se responsabilizara por connivencia con grupos paramilitares,
garantizando su derecho a permanecer en el territorio en condiciones dignas.
Señalamientos y asesinatos en veredas de Briceño:
En este contexto, entre octubre de 2015 y enero de 2016, tres hermanos de la vereda La América fueron asesinados por integrantes del Clan Usuga, quienes luego citaron a la comunidad para justificar los hechos, señalando a los hermanos como colaboradores de las FARC-EP. Preocupa a la comunidad, y lo manifiesta Ríos Vivos, que estos asesinatos se den de manera poco clara y en sitios donde tiene o ha tenido presencia la fuerza pública.
La vereda
Orejón, del municipio de Briceño, fue elegida para ser el piloto del desminado
en Colombia, como parte de los acuerdos entre el gobierno y las FARC-EP. Sin
embargo, este proceso se ha desarrollado en medio de un creciente conflicto
protagonizado por los paramilitares. Según denuncia el movimiento Ríos Vivos,
se trata de una disputa territorial que separa y confina a otras veredas
aledañas como La América, El Pescado y La Molina, debido a los señalamientos y
estigmatización de que son víctimas las comunidades.
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